Editorial: Aftershock
Año: 2016-2020
Guion: Marguerite Bennett
Dibujo: Rafael de la Torre (serie principal), Juan Doe (The Rise), Eric Gapstur (Evolution)
Color: Rob Schwager (serie principal y Evolution)
Reseña: Hugo C
¿Cómo hablan los animalitos? A ver, niños: el perrito ladra, el gatito maúlla, la gallinita cacarea. ¿Y el patito? Sí, sí, el patito hace cuacuá, pero en realidad se dice que el patito parpa. Y los elefantitos barritan. ¿Y la jirafita? La jirafita es muda. Sí, en serio. Las jirafitas no emiten sonido alguno.
En el mundo de Animosity todo esto es así hasta un día en que, de golpe y porrazo, los perritos dejan de ladrar y los gatitos dejan de maullar y comenzaron a hablar. Y no solo a hablar, sino a pensar. Como en las películas esas con los monos que montan a caballo, pero acá no sólo los monos, sino los caballos, los delfines, las merluzas e incluso las cucarachas, toman conciencia, lo que complica un poco las cosas para los seres humanos. (O al menos, para aquellos que no somos veganos.)
A ese día se lo conoce como "The Wake", una expresión que en inglés tiene el doble significado de "despertar" y "vigilia", lo que por aquí conocemos como "velorio" o "velatorio" y que precede al entierro, en este caso, no ya de una persona, sino de una civilización.
Antes que nada, para evitar confusiones y malentendidos, aclaro que ésta es una reseña múltiple, que abarca los (hasta ahora) 28 números de la serie principal, las miniseries Animosity: The Rise (2017), Animosity: Evolution (2017-18) y la guía World of Animosity (2017).
Animosity (la serie principal) nos cuenta la historia de Jesse Hernandez (11) y su sabueso Sandor. Jesse vive feliz con sus padres y sus mascotas (Sandor y un gato llamado Mittens) pero las circunstancias terminan haciendo que tengan que abandonar la seguridad de su hogar para poder sobrevivir en medio del caos y la eventual hambruna. De ahí en más Animosity se convierte en una road movie, o, mejor dicho, en un road comic en el que Jesse y Sandor van viviendo diversas aventuras y topándose con nuevos amigos y enemigos.
Ambas miniseries se centran en Adam North (29), el veterinario de buen corazón que vimos en las primeras páginas de la serie principal. The Rise retoma la historia desde el momento en que los animales "despiertan", mientras que Evolution nos muestra la lenta construcción de un espacio en común en medio de la desconfianza y la lucha por el poder. Adam salva la vida de un lobo marino y por eso termina bajo la protección de la nueva alcaldesa de San Francisco, una loba mestiza llamada Wintermute.
Complementa todo esto el unitario de World of Animosity (2017), que además de los perfiles de los personajes principales nos da un pantallazo general del nuevo orden mundial, país por país, en algunos casos con un toque de humor. No es una lectura imprescindible, pero suma. El arte es de los equipos de la serie principal y de las miniseries.
La historia que nos cuenta Animosity comienza como el típico "apocalipsis zombi, pero con animalitos" pero luego la situación se va estabilizando, en una convivencia incómoda y difícil.
Y al establecer a los animales como seres en un pie de igualdad con los humanos, las cosas cambian. Pensemos por un momento. Si una niña y un perro esuviesen atrapados en un incendio y sólo pudieras salvar a uno de ellos, ¿a quién salvarías? Fácil, ¿verdad? Pero la respuesta ya no es tan sencilla en este nuevo status quo que cambia el lente con el que se ven las aventuras: en un arco, Jesse y Sandor tienen que salvar a una abeja reina; en un episodio de Evolution, Adam rescata a cuatro ratitas-canguro.
El cómic principal es una montaña rusa: te tira una o dos escenas tiernas y conmovedoras o de humor y trascartón te impacta con momentos desgarradores y violentos, en especial si uno es un amante de los animales o alguna vez tuvo una mascotita. Y cuidadito con encariñarte demasiado con algún personaje, porque aquí cualquiera puede morir, ya sea humano, perro, gato u ornitorrinco.
Quien haya leído The Walking Dead recordará que en ese mundo el mayor peligro para los supervivientes no eran tanto los zombis, sino los demás supervivientes. En este cómic sucede algo similar, si bien no todos los animales son buenitos, los villanos suelen ser los seres humanos, al menos en un principio.
Y no hablo solamente de las milicias antianimales y demás, sino de los humanos supuestamente más "normales". Caso en punto: un saqueador intenta quitarle la comida a Jesse a punta de pistola. La niña le pide ayuda a su padre Oscar, que se congela de miedo y no hace nada. Sandor le salta al cuello al asaltante. Ya pasado el peligro, Oscar golpea cobardemente al perro con un trozo de ladrillo, resentido porque el perro ha protegido a su hija mientras él no ha hecho nada.
El arte de la serie principal es bueno, o, si me apuran, muy bueno. Para poner las cosas en perspectiva, recordemos que hay dibujantes muy respetables y de calidad que se las ven más que negras si tienen que dibujar un perrito o un caballo, así que no debe ser fácil dibujar tanta diversidad animal, no sólo correctamente sino con expresividad, así que, sí, una estupenda labor de Rafael de la Torre. El arte de las miniseries es distinto: en The Rise, Juan Doe se juega por un expresionismo con algunas libertades, mientras que Eric Gapstur ilustra Evolution con un estilo más mainstream pero eficaz. Kudos.
Todo esto está muy bien guionado por la creadora de la serie, Marguerite Bennett. Los personajes son creíbles y siempre dentro de los límites que impone este escenario cuasi-apocalíptico. Sin embargo, la legibilidad de este cómic depende de si podemos o no digerir dos premisas básicas: a. que todos los animales de este brave new world pueden hablar. b. que un animal con raciocinio se va a comportar como los seres humanos.
Vamos por partes.
a. En Animosity hablan incluso las abejitas (véase: número 9). No necesariamente: el que un animal pueda gruñir o ladrar, por ejemplo, no significa que pueda vocalizar. Recordemos que las jirafas son mudas. Incluso en el caso de los seres humanos, el que tengan raciocinio no quiere decir que puedan hablar: Bernardo, el ayudante del Zorro, era mudo.
b. Así, en el transcurso de la serie vamos a tener animalitos criminales, animalitos adúlteros con culpa, etcétera. En el caso de los seres humanos hay toda una estructura social, educativa, religiosa o lo que sea, que te va inculcando normas, que te da ejemplos, qué sé yo, de la que carecen los animalitos. Y si vamos al caso, ¿por qué hablan todos en inglés y no en swahili? Puedo asimilar que las ratitas tengan una casita similar a las que nos muestran los cartoons, pero una tortuga gigante que actúa como si fuese el Pingüino o el Kingpin no me termina de convencer. Y no me hagan hablar de los animalitos gladiadores (en el arco que va de los números 25 al 28).
Justamente ese último punto puede ser la divisoria de aguas para los lectores de la serie. En un principio la idea de la rebelión en la granja a escala mundial se apoya más que nada en la necesidad de sobrevivir de unos y otros, y en los sentimientos de los animales (amor, odio, ansia de venganza o retribución), luego la cosa cambia y se va poniendo más surreal, por decirlo de algún modo. Tenemos animales que conspiran por el poder municipal, tenemos un perro terrorista suicida-magnicida (no sé cómo describirlo mejor), una tortuga que se comporta como un villano de Batman, animalitos con implantes cibernéticos, en fin, para tomarlo con un grano de sal.
Y no deja de ser tierno que, con tantos animales vivos con los que interactuar, Jesse se aferre a un pony de peluche.
El peluche hace su aparición en el número 2 y continúa en su morral hasta el 28 inclusive. Uno de tantos detalles de continuidad que suman a la lectura.
El número 28 cierra termina el arco del Rey de Texas, y la historia termina con la palabra FIN y unas palabritas de agradecimiento de Marguerite Bennett. (Bah, en realidad dice THE END, que no es una sino dos palabras, pero ya me entienden.) Aparentemente acá termina la cosa. Esperemos que sólo se trate de una pausa y que luego haya una continuación ya sea en forma de un Animosity vol. 2 o de alguna miniserie. Entretanto, recomiendo la lectura de esto tan raro y querible que es Animosity.
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