Editorial: DC/Wildstorm/Vertigo
Año: 2002-04
Guion: Warren Ellis
Dibujo: Lee Bermejo, Tomm Coker, Steve Dillon, Glenn Fabry, Gene Ha, Garry Leach, David Lloyd, Roy Allan Martinez, Jon J. Muth, Jason Pearson, Liam Sharp, Chris Sprouse, Karl Story, Brian Wood
Color: David Baron, Art Lyon
Reseña: Hugo C
Estos días de pandemia y reclusión son ideales para esas actividades que nos gustan a los nerds (o geeks, o como se diga) como quitarles el polvo a los muñequitos, cambiar la placa gráfica de la PC o poner orden en la colección de cómics digitales. Es así que terminé dedicándole 10 días de mi vida (que ya no volverán) a ver qué tengo, qué no tengo, reemplazar algún archivo en mal estado, asegurarme de que la copia de resguardo está al día y ver de rellenar los huecos en mi colección, no sólo de algún numerito suelto sino incluso alguna serie que uno pensaba que tenía y en realidad no. Y hete aquí que me encontré con que no tenía Global Frequency ni la había leído. Listo, solucionado. No sé si soy el único que aún no lo ha hecho, pero por las dudas acá va la reseña, que cubre la serie limitada de 12 números editada por DC bajo el sello Wildstorm y algunos comentarios sobre el integral de 2013 (cuya portada engalana esta reseña) y la edición de lujo de 2018, ambos editados por DC bajo el sello Vertigo.
Global Frequency trata acerca de las aventuras del grupo del mismo nombre, una organización que se encarga de solucionar problemas imposibles. Frecuencia Global, o simplemente "la Frecuencia", era secreta pero ya no y está compuesta de exactamente 1001 miembros o "agentes", gente de todo el mundo y de todas las extracciones con todo tipo de habilidades: hay detectives, asesinos, ladrones, médicos, pilotos, científicos, parapsicólogos, hechiceros, curanderos, vendedores de garrapiñadas, lo que se te ocurra, cada uno con su numerito correspondiente. Cada quien lleva su vida normal y pueden pasar años hasta que se lo convoque para una misión, pero tiene que mantenerse disponible permanentemente y dispuesto a dejar todo en cuestión de minutos y salir a enfrentar lo que sea, se trate de desmantelar una bomba, liberar a alguien que ha sido secuestrado o evitar una catástrofe natural o incluso el fin del mundo tal como lo conocemos. Por lo general los agentes de la Frecuencia suelen mantener en secreta su afiliación, aunque algunos han revelado su secreto a sus parejas, amigos o conocidos y no importa mucho ya que en el momento en que comienza la serie la organización ha salido de la clandestinidad y tiene el status de una especie de Interpol que cuenta con el apoyo casi incondicional de las autoridades a escala mundial. Rara vez suelen conocerse entre ellos hasta el momento mismo del operativo, y no siempre se llevan bien.
Paréntesis: cuando Bruce Geller creó Mission: Impossible (la serie de TV de 1965), su idea no era tener un grupo fijo de agentes sino ir cambiando constantemente de actores para así mantener al público al borde del asiento. Global Frequency es la versión de Warren Ellis de ese concepto, similar a la vieja serie de TV pero distinta (para mejor) en muchos aspectos. Acá no hay un señor canoso que recibe sus instrucciones de una grabación que se autodestruye en cinco segundos sino una mujer implacable llamada Miranda Zero y una chiquilina que opera la centralita que coordina los movimientos de los agentes. La chica se llama Aleph (referencia borgiana si las hay) y es, junto a Miranda, uno de los dos únicos personajes que vemos en más de un episodio. En cuanto a los demás, nadie está exento de resultar permanentemente incapacitado o incluso muerto ya que a veces no se puede recurrir a un experto sino al agente que se encuentre más cerca del lugar. Es decir que un agente de la Frecuencia puede ser un neurocirujano y encontrarse con que tiene 30 minutos para tomar un rifle y rescatar a unos rehenes. O tratarse de un carterista y que recibe el encargo de inmovilizar a un asesino imparable o desactivar una bomba que puede matar a millones. (Aquellos ya han leído Global Frequency sabrán que no estoy exagerando en lo más mínimo.) Y hay vueltas de tuerca y sorpresas, buenas y de las otras, así que no creo que nadie se aburra demasiado con este cómic.
Ellis plantea la serie como una sucesión de episodios autoconclusivos, cerrados. Cada historia es distinta, cada enfoque es distinto, pero todas te mantienen en vilo hasta su resolución en unas pocas pero fulminantes viñetas ya en la última página, que no termina sino hasta el último cuadrito, el último globito de texto, ya con los créditos encima, siempre a contrarreloj, siempre con un sentido de urgencia. Además, si bien no hay episodios malos, en mi opinión la calidad va levantando conforme van pasando los primeros 2 ó 3 episodios, que están bien pero empalidecen comparados con lo que viene luego, tanto a nivel guión como a nivel arte. En otras palabras: si comenzás a leer el primer número no vas a tener paz hasta haber terminado el número 12.
Las portadas son de Brian Wood y cada entrega tiene un dibujante distinto: un surtido que incluye no sólo a figurones como los señores Simon Bisley y Lee Bermejo o la señora Glenn Fabry, sino a algunos artistas menos frecuentados por el gran público como Tomm Coker o Jason Pearson, quienes suelen publicar poco. Unos y otros se las apañan para transmitir ese sentido de urgencia que acabo de mencionar y que siempre está presente, incluso en episodios más sosegados como "Invasive" o "Big Sky". En todas las entregas (excepto la final) el colorista es el mismo y eso homogeneiza un poco la propuesta sin ir en detrimento de los estilos de cada artista. Y más allá de los diferentes dibujantes, los planteos gráficos cambian de episodio a episodio: uno se desarrolla como una investigacón tradicional, otro es básicamente una extensa secuencia de pelea entre dos asesinos, otro nos muestra a una agente haciendo parkour por los tejados de Londres tratando de llegar a tiempo para evitar un ataque terrorista, y así en cada una de las doce entregas, lo que hace que incluso en cuanto al diseño de la página y la distribución de las viñetas cada número sea único.
Bonus track: tomos recopilatorios
Sí, sí, también estuve chusmeando un poco los trades, así que los comento de pasada.
Convengamos en que lo mejor de un TPB es la carencia de publicidad intrusiva. Nada peor que estar inmerso en una historia y que te interrumpan con una publicidad de chupetines o de crema para el acné, algo muy común en los cómics de la época en que se publicó Global Frequency. Así que, en ese sentido, es mejor un recopilatorio, cualquier recopilatorio. El integral de 2013 incluye las portadas de los 12 números (a modo de separadores entre episodios) y al final las de los recopilatorios parciales Planet Ablaze (números 1 al 6) y Detonation Radio (números 7 al 12) y nada más. En cuanto a la edición de lujo de 2018, ésta tiene el mismo contenido aunque el diseño del volumen es un poco distinto. Más allá de lo cosmético, lo interesante son los materiales adicionales: una copia de la propuesta de la serie tal como la presentara Warren Ellis en su momento (es decir, cuatro páginas con el concepto de la serie, algunos argumentos, etcétera), y las 18 páginas del guión completo del episodio 10, "Superviolence", que en la serie ilustraría Tomm Coker. Ambas cosas son muy interesantes.
Por un lado, Ellis encara la propuesta como "la antítesis del estilo de The Authority" y con un ritmo "muy, muy veloz, con mucha adrenalina", el siglo 21 contra los temas del siglo 19: invasiones alienígenas, viajes en el tiempo, etcétera, y con la estructura de una temporada, como una serie de TV, incluso haciendo referencia a Mission: Impossible como modelo de estructura, con diversos artistas según el tema del episodio pero con un mismo colorista y un mismo portadista, y ya la sugerencia era: David Baron, Brian Wood. "Sea como sea, no quiero que se vea como un cómic." En cuanto al guión del episodio 10, también tiene su interés teniendo en cuenta que es un episodio con relativamente poco diálogo y mucha acción, y Ellis se explaya en la descripción de cada viñeta, explicando cada golpe, cada avance y retroceso. Espectacular.
Y eso es todo, amigos. Ya los he demorado demasiado así que taza taza, cada cual se va a su casa. A leer Global Frequency, dentro de lo posible.
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