Título original: ¡García!
Editorial: Astiberri
Año: 2015 (tomo 1), 2016 (tomo 2), 2020 (tomo 3)
Guion: Santiago García
Dibujo: Luis Bustos
Grado: C+
Reseña: Hugo C
Luego de una pausa gatuna y algunas refacciones en casa que me han tenido un poco alejado del teclado, acá estoy de regreso en el blog de Arsenio, dispuesto a dejar mis dos centavos. (La reseña de Instant Piano no cuenta, ya que ya la había posteado en marzo en el blog de Betina.)
Es así que acá estamos, mi gata y yo, con una breve reseña de esta desilusión en tres volúmenes que ha sido para mí ¡García!: como siempre, para gustos, colores, pero tengo algunas razones más o menos válidas para sostener mis dichos. En cuanto a mi gata, ha preferido guardar un piadoso silencio.
La historia: en pleno proceso electoral, alguien secuestra a uno de los candidatos. En este caso, una candidata. La derecha culpa a la izquierda, la izquierda a la derecha, y se termina recurriendo a un héroe de antaño (léase, de la época franquista), un hombretón llamado García, que ha sido mantenido en animación suspendida desde entonces y que a su regreso se encuentra completamente fuera de sintonía con cómo funciona el mundo, no sólo los teléfonos móviles o Internet, sino lo que es políticamente correcto y lo que no lo es.
La historia de Capítán América, pero en versión peninsular.
El concepto es interesante. No es una parodia, sino una historia de suspenso con toques de humor (las obvias referencias a Roberto Alcázar y Pedrín, el choque de García con las mil y una cosas del mundo posmoderno, etc.).
En general me pareció buena, pero más como intención que como concreción, como cuando uno ve una película protagonizada (o arruinada) por un mal actor y piensa: "Ah, si en vez del paparulo éste hubiese estado Al Pacino…" (o quien sea). Aunque en este caso no se trata de un mal guionista o un mal dibujante, sino de malas elecciones artísticas.
El tipo de dibujo que emplea Bustos (que tal vez sea un guiño al lector o una alusión a algún otro artista) no me pareció muy efectivo para contar esta historia. Y no creo que se trate de una falta de técnica, sino de una elección voluntaria. Lamentablemente, las escenas de acción resultan deslucidas, los personajes demasiado rígidos y (a veces) inexpresivos. Tan poco me ha gustado, que he preferido ilustrar la reseña con una foto de mi gata Flora.
En cuanto al guión…, no, mejor volvamos al tema del dibujo, por un momento. Hay dos dibujantes involucrados: por un lado tenemos al ya mencionado Bustos, que se ocupa de la historia principal, y por otro lado a Manel Fontdevila, que se descuelga con unas páginas maravillosas que sugieren el estilo de las viejas historias de Dick Fulmine o Roberto Alcázar, por lejos lo mejor de estos dos primeros volúmenes.
Por su parte, Bustos escoge un estilo que nos recuerda el de algunos cómics de la hoy difunta revista El Víbora. Y ese estilo ochentoso no resulta aquí el más adecuado. En mi opinión se requería un estilo más contemporáneo, que contrastase con el de las páginas de Fontdevila. La acción principal transcurre en nuestros dias, no en 1983. Hablando de lo cual…
El guión no termina de hacerle justicia al concepto que plantea. El primer volumen cumple con lo básico: nos presenta a la periodistilla que protagoniza el tomo desde un lugar secundario y periférico (con respecto a la trama global) y eventualmente nos muestra el regreso de García desde el sueño criogénico.
El quiebre, para mí, se produce en el segundo tomo, que comienza saltando en el tiempo entre esta noche, hace 12 horas, hace 24 horas, hace 36 horas, hace 72 horas, hace cinco años, hace veinticinco años, 1961 y mañana, todo con sendos separadores que nos lo indican con enormes letras blancas sobre fondo negro.
¿Era necesario? No me gustó ese ir y venir al pasado y al futuro con que comienza el tomo, que contrasta con la linealidad del primero y marea tanto que cuando se estabiliza un poco ya mató casi todo el interés y buena voluntad que uno pudo haber acarreado desde el primero. Me parece que García (el guionista) pudo habérselo pensado mejor y explicado la situación en forma lineal, sin tantos dimes y diretes. Es así que con estos dos primeros volúmenes de ¡García! no llegamos a armar un buen cómic, sino más bien el borrador de un buen cómic que nunca termina de concretarse. ¡Ostras, Pedrín!
El tercer tomo, sin embargo, nos trae una historia un poco más tradicional, ya no tanto en el molde de "Cápitán España sale del bloque de hielo", aunque siguen las tramas conspiranoicas y abundan los comentarios sobre los intentos de García de aggiornarse con respecto a las redes sociales y demás cosas típicas de este nuestro siglo XXI. Sin embargo, es un corte por encima del guión de los dos primeros tomos y permite que uno vuelva a relacionarse con los personajes.
En cuanto al estilo de dibujo, es más o menos el mismo de las pasadas entregas pero con algunos cambios –y, digámoslo con todas las letras, mejoras –que hacen que cuaje mejor con el tema. Noto con agrado un mejor manejo de las secuencias de acción, en especial la que da comienzo al tomo y que tiene lugar en un tren de alta velocidad. Así que, entre una cosa y otra, este tercer volumen termina siendo una mejora sustancial con respecto a los anteriores, con diálogos en catalán, un par de (inesperadas) páginas en color y una bienvenida mejora en cuanto a la expresividad de los rostros; la mejor opción si uno se viese forzado a elegir sólo uno de los tres para llevarse a casa.
El tomo 3 es mejor que los primeros dos juntos, que no son tan malos como los de los tebeos esos del Luther Strode pero sí son, como he dicho más arriba, una desilusión. Y lo peor es que, para entender plenamente y por lo tanto disfrutar del tercer tomo conviene leer los anteriores. En mi opinión, si García y Bustos se lo hubiesen pensado mejor, sus elecciones creativas hubiesen tal vez sido otras y tanto el guión como el dibujo hubieran mejorado sustancialmente. Tal vez en un mundo paralelo exista una buena versión de ¡García!, pero, lamentablemente, no en el nuestro.
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