Publicado: 1963 | 178 páginas
Autor: Pierre Boulle
Reseña: DayKnight
Sinopsis: El periodista Ulysse Mérou, el profesor Antelle y su joven discípulo Arthur Levain se embarcan en un extraordinario viaje hacia la estrella Betelgeuse. Desde su nave espacial observan el planeta Soror, donde se perfilan ciudades y carreteras curiosamente parecidas a las de la Tierra. Cuando aterrizan descubren que está habitado por seres humanos que viven en estado salvaje, pero entonces, ¿a qué civilización pertenecen las ciudades que han divisado desde el espacio? El planeta de los simios es un libro inquietante, una fábula sobre la angustia que siente el hombre privado de su dignidad, una reflexión sobre el miedo a lo desconocido. Un clásico de la literatura y del cine.
Un 20 de febrero de 1912 nacía, en Aviñón, Francia, Pierre François Marie Louis Boulle, posteriormente conocido, simplemente, como Pierre Boulle. A los 23 años recibió el título de ingeniero por la Escuela Superior de Electricidad, y tres años después viajó a Malasia, donde trabajó en plantaciones de caucho británicas. Luego, cuando inició la Segunda Guerra Mundial, se enlistó en el ejército francés afincado en Indochina, para luego convertirse en agente secreto al servicio de la resistencia por pedido del Servicio de Inteligencia Francés. Sin embargo, en 1943, partidarios de la Francia ocupada lo capturaron en el Río Mekong, Vietnam, y lo sentenciaron a trabajos forzados de por vida. Eventualmente fue liberado y recibió condecoraciones que reconocieron sus meritorias hazañas. Cuando la situación internacional mejoró, regresó a la industria del caucho; no pasó mucho tiempo hasta que optó por regresar a su patria, en el año 1949, con la firme intención de dedicarse a la literatura, siendo Joseph Conrad y Somerset Maugham sus maestros.
Pierre François Marie Louis Boulle (1912-1994)
Lastimosamente, los mencionados méritos y medallas no le aseguraron un buen pasar económico: su situación era tan precaria que debió mudarse con su hermana viuda para tener un techo donde vivir. Sus primeros trabajos, William Conrad (1950) y El sacrilegio malayo (1951) fueron bien recibidas por la crítica, en quien auguraban un gran escritor, no así el público, que no acompañaba. Sería en 1952, con la publicación de El puente sobre el río Kwai, cuando el éxito llegará: millones de copias vendidas alrededor del mundo. Como si fuera poco, el libro fue adaptado al cine en 1957 y galardonada con numerosos premios de la Academia. Sus siguientes trabajos, no obstante, no tuvieron la misma resonancia. Por lo menos, no hasta 1963, cuando publicó una obra que se alejaba del realismo que lo había caracterizado hasta entonces para bucear en un género que también le gustaba, la ciencia ficción. Dicha obra, que se tradujo en otro éxito de crítica y público, es la que hoy nos ocupa: El planeta de los simios.
La sinopsis nos habla de que, en el año 2500, se emprende un viaje interestelar hasta la constelación de Orión, precisamente al sistema de la gigante roja Betelgeuse. El equipo lo integran tres aventureros, entre quienes está el periodista Ulises Mérou, el protagonista. Cuando llegan a un planeta habitado, que bautizan Soror (hermana, en latín), descubren que es prácticamente un calco del planeta Tierra, pero con una importante diferencia: los simios son la raza dominante, mientras que los humanos son bestias sin un atisbo de raciocinio. Boulle narra la odisea de Ulises Mérou con una prosa amena y elocuente, sin florituras pero sin perder elegancia; construye capítulos cortos que remata con cliffhangers que, prácticamente, obligan a seguir leyendo; el ritmo no decae jamás, de forma que la historia se desenvuelve con fluidez, y sin renunciar al desarrollo del protagonista y del mundo en el que ha caído.
Es muy loable la habilidad con la que Boulle va presentando a Soror y sus maravillas. Primero, con sutileza, verbigracia, el momento en que el protagonista escucha tararear una melodía a uno de los simios: la música como evidencia de razón; luego, en todo su esplendor, como cuando Mérou observa, a través de la jaula del camión donde es prisionero, el civilizado mundo en que viven los animales. Asimismo, plantea paralelismos con nuestra propia especie de forma que, con la distancia que la ficción supone, pueda criticarla: empezando por el hecho de que los orangutanes (el género simio que representa a la ciencia oficial) se niegan sistemáticamente a reconocer cualquier tipo de descubrimiento o avance, por entenderlo una herejía o, todavía peor, una casualidad (algo así como el paradigma positivista durante el siglo IX, que negó todo aquello que no embona en la ciencia oficial). Los chimpancés, el género dedicado a la investigación científica y quienes son los que hacen los verdaderos avances, tienen un recalcitrante interés en investigar a los bestiales humanos, en un intento de descubrir más acerca de ellos mismos; esto permite al autor, mediante el intercambio de roles, denunciar el maltrato que sufren los animales en beneficio de la ciencia: como ejemplo la secuencia en la que un cirujano chimpancé practica una ablación en el cerebro de un humano, quitándole la capacidad de identificar los alimentos, para ver cómo se deteriora progresivamente. El tercer género de simios que habita Soror son los gorilas, que ocupan dos extremos: aquellos que detentan el poder y la riqueza, por un lado, y la mano de obra forzada, por el otro.
Para analizar el punto más importante de la novela necesitamos recurrir a SPOILERS Eventualmente, se descubre que Soror fue habitado por seres humanos, los cuales fueron progresivamente perdiendo intelecto producto de la dejadez, la desidia o mismo la vagancia. Inversamente proporcional a su deterioro mental, los simios, a base de imitar los gestos y el lenguaje, fueron creciendo en inteligencia, hasta que lograron formar grupos con los que comenzaron la revolución. Los humanos, en ese estado de invalidez mental en el que habían caído, se resignan a su suerte y no intentan combatir la sublevación. El resto, es historia. Aquí queda patente el pesimista augurio que tenía Boulle sobre el futuro de la humanidad, seguramente originado en los tiempos bélicos. Ahora bien, ¿podría ser posible esto? ¿Sería factible que el hombre, cuyos avances científicos le permiten viajar por las estrellas, se vuelva tonto? Nicholas Carr, nacido en 1959, escritor exitoso, ponente de entidades como Harvard o MIT, y finalista del premio Pulitzer nada menos, confirmó la anticipación de Boulle: Nos estamos volviendo menos inteligentes, más cerrados de mente e intelectualmente limitados por la tecnología. Sus efectos adversos en nuestra capacidad mental son tremendos: en diez años de estudios concluyó que, cuando tenemos cerca el teléfono (incluso apagado), nuestra capacidad para resolver problemas, concentrarnos e incluso tener conversaciones profundas, disminuye. El uso de la tecnología tiene serias repercusiones mentales porque que roba nuestra atención, y eso hace que pensemos más deficientemente… En otras palabras, el futuro es de los simios. FIN SPOILERS.
El éxito de la novela se tradujo en una película de la extinta 20th Century Fox en 1968, cuya gran aceptación propició el inicio de una lucrativa franquicia con secuelas, un remake, y un reboot con sus propias secuelas, así como también cómics y figuras de acción. Aunque el autor francés no tuvo relación con ninguna de ellas, a excepción del primer film, el aura pesimista con la que embadurnó la novela supo mantenerse en todas y cada una.
Boullé falleció el 30 de enero 1994, dejando como legado una bibliografía que testimonia la condición del hombre a la vez que intenta prevenirnos de nosotros mismos.
Valoración: 8.5/10
Reseña previamente publicada en Nebulosa de historias.
Leer libro online: El planeta de los simios
En el blog:
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